Iscalá |
Desde siempre he vinculado la presencia de la
felicidad con un entorno bucólico y pastoril como fue el entorno de mi infancia
a la que recurro para recuperar la alegría de la vida natural y simple;
pretender adaptarme y entender el mundo de la competitividad, del cemento, de
lo externo, de lo vano, de lo fútil, de la forma, de lo estereotipado, me
produjo insanía mental e infelicidad sin cuento.
utensilios con alma |
Aprender a vivir el momento presente que un
entorno tele-transportador me quiere robar permanentemente, ha sido el mejor de mis éxitos, me he
sobrevivido a mí misma y he rebasado prejuicios y dogmas que me empujaban a seguir un
derrotero infernal: estudie, pero no para
la satisfacción personal sino para ser mas competente y competitiva frente al
otro; busque pareja, no para compartir y caminar la vida, sino para exhibirla
como un arete por su posición social y su cuenta corriente, para que provea,
para que cubra necesidades; tenga casa, carro y bienes para exhibir; amigos
para utilizar; manténgase bella y joven para que la amen; viva proyectada al
futuro, la seguridad está en los bienes materiales y en los contactos sociales……y
así ad infinitum, todo en pro de lo ostentable, lo medible, lo aparente…..el
horror, el infierno, la ignominia, la indignidad. Entenderlo me ha costado,
pero aquí estoy viva, disfrutando de este sencillo momento de soledad e
intimidad que alumbra una mañana azul, en donde siento el latido de mi propio
corazón.
Veo gente que vive en casas llenas de cosas
innecesarias, adquiridas para mostrarlas a otros, la mayoría de las veces sin
los dictados del buen gusto, en donde todo es aparente y engañoso, sin alma. Estar al servicio de las cosas
aliena y trae infelicidad, el esnobismo, la pedantería del dinero y el arribismo
social son de una imbecilidad que me causa lástima, son personas verdaderamente
infelices que no soporto sino en mínimas dosis y eso echando mano de la
compasión budista. En cambio, cuanta paz y bien trae a mi vida el contacto con
los seres que saben que el dinero y los bienes materiales son servidores, no
amos; en la medida en que lo entiendo y lo vivo, aligero mi equipaje y necesito
menos.
El rincón de lectura |
El herbario |
El despertador que quiero cada mañana es el
canto del gallo, la casa que quiero tiene humo en la chimenea y alma, para comer lo natural y orgánico, para beber agua del
reservorio que olí, sentí y degusté hace unos días en la Montaña del Oso, para
compartir, aquellos que saben que las cosas valiosas no las venden en los almacenes,
para amar, a Clemencia, sin este prerrequisito, poco es lo que puedo hacer en
la materia y si de pareja se trata, una que converse delicioso, abrace con
ternura y pasión y se tienda conmigo sobre el pasto a mirar la estrellas.