domingo, 29 de mayo de 2011

Vivir con un artista o caminar por la cuerda floja


Leonora y Max captados en un instante fugaz
La muerte de esa mujer única que se llamó Leonora Carrington, quien encarnaba el surrealismo mismo, su constante búsqueda y su permanente huída, removió en mi conciencia instantes lúcidos e instantes enajenados que le dieron color, pasión, emoción y aprendizaje del bueno a mi vida. Volver a verla junto a Max Ernst, me recordó que el genio del artista es una delicia para el público y no pocas veces un tormento en la cotidiniadad. Entiendo perfectamente que recurriera a un charlatán de marca mayor como Jodorowsky, actor, guionista y director de cine de segunda, metido a terapeuta finalmente, inventor malhadado de una entelequia densa e indigerible a la que llamó psicomagia, que servía de paliativo y distracción para la depresión que la aquejó siempre, después de la partida de Max Ernst.

Me reí de mí misma, que es uno de mis deportes favoritos, al recordar que en alguna época, llevaba en mi cartera una novena rota a San Marcos de León, patrono de imposibles, un curso de meditación en la luz, un libro de budismo, una biblia, el manual de ejercicios Chi Kung, consejos del Tao y una camándula reventada,  a ver que me daba resultado para calmar revueltas emociones. Me complace que esta búsqueda, fiel a mi estilo de conocer las cosas de pisadas y no de oídas, a fuerza de reflexión y razón,  desembocara en un agnosticismo, a veces recalcitrante, que me llevó a aceptar mi finitud y la impermanencia del vivir.
Jeanne Hébuterne o la desesperación misma 

Mujeres de artistas y mujeres rotas, depresivas e insatisfechas, han sido constante de la historia; algunas me harían coro, además de Leonora Carrington: Camille Claudel, Jean Hébuterne, Beatrice Hassting, Alma Mahler, Saskia Rembrandt, Anna Magdalena Bach, por nombrar solamente la artillería pesada de la frustración. Max Ernst llevaba a la depresión, el disoluto y encantador Amedeo Modigliani junto con Auguste Rodin, a la locura, Mahler, Rembrandt y Bach al total aburrimiento y otros, a todas las anteriores. Algunas poseían genio propio, otras daban sumisa compañía y el resultado era el mismo……había que salir corriendo.

Puedo decir, asumiendo un mínimo riesgo de equivocarme, que hay dos momentos gloriosos en la convivencia con un artista, el de la deslumbrante llegada y el de la necesaria partida. Arriban a la vida femenina con la innegable luz de su genialidad, de su ternura, de su sensibilidad y se marchan con sus silencios y su incapacidad de compromiso, pero experimentarlos, bien vale una depresión.

Yo misma captada por el pintor Grégoire Ferland en un dia de vino y rosas
Y catarsis sin confesión, no es catarsis: cuando cosecho en la huerta de La Enramada, cuando oigo esa mágica aria de Sansón y Dalila de Camille Saint-Säens, “Mon coeur s´ouvre a ta voix”, cuando reparo de nuevo en sus obras llenas de luz y de sombras, cuando me siento en la playa y juego con la arena, cuando mi cama me parece muy ancha, cuando suenan las campanas, cuando cuido un potrillo, cuando veo películas de los hermanos Cohen, cuando leo a Andre Gide o cuando oigo a Leo Ferré, cuando preparo mousaka, lechuga a la Ferland, minestrone o como bananitos amarillos y pecosos, tengo la tentación de sentirme culpable por no haber corrido el riesgo planteado:  “Clemence, cherie, podré ser siempre tu compañero pero nunca un esposo convencional” y yo cobarde, sabiendo cual era el precio, salí a mil y fui tan afortunada que me encontré conmigo misma.




viernes, 1 de abril de 2011

DE CORRUPCIONES, CORRUPTOS Y OTRAS INFELICIDADES.

"El dinero ha aniquilado mas almas que el hierro cuerpos"
Francis Scott Fitzgerald (1896-1940)

Mientras la sociedad es laxa y permisiva con estos ejemplares de la fauna nacional e internacional, el Diccionario de la Real Academia es bastante duro, porque corrupto no significa otra cosa que dañado, perverso, torcido y si seguimos desmenuzando el significado semántico de estas palabras, tendremos que dañado es malo y corroído; será perverso aquel que corrompe las costumbres, el medio, el estado habitual y sano de las cosas y así podríamos ad infinitum, ahondar, en lo que para la comunidad son estos seres infectos de indignidad, que orondos se pasean, mirando burlonamente a los pobres parias que somos los demás.

Me pica hoy la viperina lengua para decir nombres y sobre todo apellidos, porque son clan, jauría, tienen el mismo código genético, pero triunfo sobre ese deseo por dos razones: la primera, no merecen sus nombres estar en este blog, yo los sanciono con mi desprecio y la segunda, no pude triunfar sobre un aire de arrogancia y pretendo, por lo menos aproximarme, a algunos breves escolios sobre la corrupción, por una única razón: ofende a toda la comunidad y la hace infeliz. 

Un solo ejemplo al canto: nos tienen caminando entre el barro, el desorden, la inseguridad, el caos, la destrucción, la ignominia, la desconfianza, la impotencia, la desigualdad ¿Qué mas queremos?, ¿Qué mas esperamos? Invito a la protesta civil para imponerles la sanción más efectiva: la sanción social de no admitirlos, despreciarlos, darles la espalda, denunciarlos y todo ello en nombre del bien común que pisotearon.

No mas podridos aliados
No estoy hoy de maniquea, ni mas faltaba; detesto esa falsa división entre buenos y malos; esa absoluta y escolástica clasificación que nunca se da en la realidad. Observando y sobre todo aguantando ese fenómeno social de la corrupción, comentándolo con personas evolucionadas y por tanto dignas, he llegado a la conclusión que estos seres, cuyo único dios es el dinero y el poder, están seriamente enfermos del alma. Haciendo eco de la definición gramatical, están realmente dañados, tienen agusanada el alma y cerrada la conciencia, corroídos, necesitados de ayuda, pero en apartado sanatorio, porque para decirlo en lenguaje parroquial, figurado y gráfico, nos pegaron las ladillas, nos manosearon,  envenenaron la sopa y nos dejaron sumidos en el irrespeto.

Dicen los que saben que para los enfermos del alma, la única salvación es que toquen su propio fondo y resuelvan parar, reflexionar, pedir ayuda y retomar el camino hacia la excelencia humana. Pues a darles la oportunidad que lo hagan en la Modelo, en la Picota, en Cómbita, en el exilio, en la ignominia, donde sea, pero que se den cuenta que son seres dignos, que son algo más que estómago, vísceras y bolsillos, algo más que seres que defecan.

Los males sociales, necesitan remedios sociales; solo la permisión, la ignorancia, la indiferencia, los complejos, son el caldo de cultivo para que los corruptos oreen su insanidad mental en el ágora, salgan en las revistas  del corazón y sean  orgullo para anfitriones y arribistas, banqueros y prestamistas, pendejos y esnobistas.
Templemos la cuerda floja por donde caminan

Si queremos construir felicidad social, nos corresponde a punta de desprecio y ley, extraditar a los corruptos a su propio Gulag.

A soto voce les comparto un secreto: el dinero puede ser un útil servidor o un tirano, es cuestión de escoger.

domingo, 13 de marzo de 2011

POEMA DE AMOR EN PROSA


Hace tanto tiempo que no escribo una carta de amor; amo ese género epistolar con el que me sedujeron y con el que seduje; amo esas viejas cartas de amor que traian el olor y la caligrafía amados; la técnica devastadora masacró las cartas de amor, pero yo hoy te escribiré una,  en la que pueda contarte con algunos pormenores, tantos planes del otoño que tengo guardados para compartir contigo.

Fotografía de Henri Cartier Bresson
Tengo un largo y lento abrazo de bienvenida, que de una vez y para siempre, te haga sentir el tiempo perdido y te convenza que cada minuto, ahora, significa un eternidad de calor y compañía; guardo para ti una primera mirada que te cuente desde el fondo de unas pupilas dilatadas por la emoción, que puede el último amor ser el primero; y habrá un beso, claro que sí, un beso ardiente y profundo que deje sentir el límite preciso entre la carne y el espíritu.

Tendremos paseos al atardecer, cuando el sol de los venados nos anuncie que el dia termina y comienza la noche que será nuestra, con todo lo que ello significa ahora: cálida, pausada, tierna, sin promesas, sin ataduras, sin compromisos: todo incierto, todo indefinido, todo libre. Sin la mentira de hasta que la muerte nos separe, solo hasta que dure.

Iremos al mar y nos contaremos historias de aventuras en la que solo tu y yo seamos los protagonistas, no importa que sean inventadas, si son ciertas mejor y si no, pudieron haber sido ciertas, como cierto podrá ser el amor de los dos, al que no ha tocado la grosera realidad. La felicidad entre dos, es una delicada y frágil obra de arte, a la que la cotidianidad desluce, la costumbre resquebraja y lo prosaico la envilece. Solo una promesa: no habrá cotidianidad, costumbre, ni actos reflejos o condicionados.

Fotografía de Henri Cartier Bresson
Dormiremos abrazados hasta el amanecer y al medio día oiremos a Debussy para que le ponga fondo a nuestra siesta de faunos; por algunos ratos intensos, seremos el uno prolongación del otro y dejaremos que conversen nuestras almas y nuestros cuerpos, largamente y en sordina, para que puedan resarcirse de lo mucho que estuvieron esperando el encuentro.

Somos libres, autónomos, dos solitarios que ya tienen morada interior, nada nos separa, llegó el momento de empezar a correr uno hacia el otro como en las películas.

Ya tengo los brazos abiertos.

sábado, 5 de marzo de 2011

El viejo tiene el rostro que se diseñó.

Que cada cual tiene en la vejez el rostro que se merece, que duda cabe. Basta observar a nuestro alrededor para deducir sin mayor esfuerzo mental, que el estilo de vida del joven, se refleja en la cara del viejo. En ningún momento de la vida es tan necesario tener un concepto de la propia dignidad y una visión panorámica del ridículo, como cuando iniciamos el inevitable camino de la vejez y no digo el descenso, porque para muchos el proceso de envejecer es un ascenso hacia la sabiduría y hacia los placeres sutiles.

El joven y bien plantado Coronel Gadafi
Cuando era niña quería parecerme a mi mamá Stella y nada me ponía mas nerviosa que cuando un amigo me decía: Mi papá me preguntó si te pareces a tu mamá. Con el correr del tiempo supe que en muchas dimensiones, la mas parecida a ella, era yo: teníamos en común, el diminuto umbral de la frustración, las nostalgias se nos enquistaban hasta volverse casi inamovibles y con igual facilidad podíamos sentirnos extraterrestres, fuera de lugar, en el planeta azul. 

Apenas comenzaba el camino del otoño, cuando se fue de entre nosotros y uno de esos últimos días que compartimos juntas me dijo: tus amores y tus odios, tus comprensiones y tus incomprensiones, tu sobriedad o tu exceso, tu capacidad de cambio o tu necedad para aceptarlo, tu capacidad de olvido o tus resentimientos, se verán en tu rostro cuando estés vieja y yo le creí, por que ella nunca me dijo una mentira.
El viejo tirano megalómano y disoluto

En estos días viendo a Muammar Gadafi, me volví a acordar de mi madre; que extraño, el viejo tirano me hizo recordar a una mujer bella a la que yo quería parecerme. De pronto, en el claro oscuro de alguna de estas últimas tardes, pasé frente al espejo y la vi a ella, en el caminar pausado que hoy tengo y en el gesto de la cabeza; imposible olvidar nuestras conversaciones en estos tiempos que se avecinan. Ahí está para recordarme que hay cosas que nos salieron bien. 

miércoles, 23 de febrero de 2011

SIN CONDICIONAMIENTOS.


Me puse primero zamarros que falda y jugué con riendas y no con muñecas; lidiar con aperos y sillas de montar era en mi infancia mas satisfactorio que cualquier otro juego; la única condición que en verdad me satisface por completo es la de centauro, cuando logro que el animal mas bello del mundo y mas noble, sincronice su cerebro con el mío, esfumándose las condiciones terroríficas de los humanos de miedo y obediencia.

De este noble animal debería aprender el género humano
Ser niña, fue vivir en el asombro de que el mundo era ilimitado y yo podría hacer lo que mi fértil imaginación me dictara y casi siempre me dictaba el rol protágonico: fui el hada del bosque encantado, D´Artagnan, una Julieta que no moría, el Rey Arturo, mariposa, genio y maestra de la escuela. Por eso vuelvo con tanta frecuencia a la amplia casa de mi abuela en la Calle Real de Pamplona de Indias o a Iscalá, la histórica hacienda en donde transcurrió mi infancia, porque viajo en el tiempo y me encuentro de nuevo con la posibilidad de vivir sin condicionamientos.

La mala pasada que realmente me jugo la vida, fue la de irme sintiendo condicionada a  medida que crecía; ya no podía ser la protagonista del juego, porque el entorno me iba limitando y deje de ser niña para empezar a encontrarme con los primeros sablazos de la neurótica realidad: el colegio condiciona, la universidad condiciona, máxime la mía regentada por la dominicana orden de predicadores, a quienes ví portarse con el prójimo como dignos hijos de Tomas de Torquemada; la institución matrimonial, tal como estaba concebida en mi tiempo, no condicionaba sino anulaba, la sociedad condiciona y como en el tango Cambalache (Ah…que filósofo excepcional que es Enrique Santos Discépolo) “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador”.

En este planeta hoy impera la adicción al poder y al dinero que casi siempre están en coyunda, en tenebroso concubinato, para arrasar con todo humanismo y el que no juegue a ese juego prosaico y torticero se queda por fuera del partido……si lo sabré yo, que por no seguir “las reglas del juego” he sido proscrita en algunos de mis roles, por quienes deberían estar a mi lado, pero condicionados por arquetipos y estereotipos, han preferido darme la espalda. De ellos también aprendí que nada es personal, son así, están condicionados así…..pero esto será un libro y no me adelanto.

Después de querer huir de la realidad, entendí que debía enfrentarla con coraje, desaprender, deconstruirme (me enamoré de Jacques Derrida), romper en lo posible los condicionamientos, lo salvajemente aprendido, borrar la historia de la mentira; parecía una utopía hace quince años, sentí que la tarea me quedaba grande (aún lo siento a veces), que era un imposible, pero con el paso del tiempo, con paciencia y amor he ido aprendiendo a conjugar los verbos aceptar, renunciar, cambiar, amar, comprender y creo que seré una mujer que en el otoño maravilloso, siga escogiendo el rol que le dé la gana.

La sociedad no está lista para acoger a los seres que caminan solos, que piensan por sí mismos, que se construyen, que cuestionan, son estorbosos, pero imponerse por sobre la masa amorfa que no vive, ni deja vivir, se puede tornar en aventura fascinante que trae como premio gordo, el encuentro con personas que valen la pena y que justifican aguantar y tolerar el resto.

Jacques Derrida, el filósofo de la deconstrucción.
Mientras tenga sal para degustar, vinagre para exprimir, pasión para disfrutar, mente abierta, espíritu crítico, seguiré aquí y creo que me demoro un rato……ayer no mas perdí los anteojos por estar montando en moto con mi hijo Mauricio, voy a ir a bucear en Malpelo a la tiburonera, seguiré buscando la dimensión de la música clásica y asombrándome con el milagro de la voz humana; tengo en ciernes acercarme a un alma y a una piel, que me parece que hacen juego con las mías y aún le apuesto a la aparición del mono número 100.

lunes, 14 de febrero de 2011

La celebracion de San Valentin


Esta es una celebración que no supe ni cuando, ni como aterrizó entre el mestizaje latino americano; no existía en mi ya lejana niñez y como tantas otras fiestas importadas, me parece que los comerciantes tuvieron buena culpa en ello.

Los anglosajones resolvieron celebrar por estas épocas el día de los enamorados, por que era fechas que coincidían con el apareamiento de los pájaros y si unos podían, porque otros no, de paso se arrunchaban* y le huían al terrible frío; comprensible, resultaba equitativo que todos estuvieran en el nido. Pero con este motivo no se puede celebrar el día de los enamorados en el trópico, aquí no hay época especial de apareamiento para nadie, el calor del trópico entre sus atractivos tiene el de la posibilidad de que ello ocurra cuando a los animales les  venga en gana y haya con quien, incluido el mono desnudo.

Anacrónica y cursi dama
El popular San Valentín llegó a engrosar el santoral de la iglesia católica en la época de la persecución de los cristianos, cuando los romanos resolvieron prohibirles a los soldados que se casaran, porque creían que los solteros rendían más para sus fines y sus servicios en el campo de batalla. El bueno del Valentín que ya pertenecía a la clerecía, resolvió desobedecer y casar a los soldados bajo el ritual cristiano a escondidas de los ojos romanos, por lo que adquiere prestigio de doctora corazón entre los enamorados, lo que no lo salvó de la ira de Claudio quien ordenó al lugarteniente Asterius que lo ejecutara. Su martirio, por casamentero, ocurrió un 14 de febrero.

La coincidencia de la fecha la aprovechó la iglesia para ponerle la competencia  a las Lupercales, fiestas paganas  de los romanos, que a mediados de febrero celebraban el día de la fertilidad y ahí si se trataba de una fiesta, mejor dicho un fiestón, con todo incluido, como dicen en algunos hoteles en boga. Hoy resultaría un crimen de lesa humanidad celebrar el día de la fertilidad cuando somos tantos, tan atrasados, depredadores de todo lo que se nos atraviesa, inconscientes y dañinos.

Los comerciantes, especie implacable y ventruda, que crea necesidades innecesarias, que todo lo encarece y lo vuelve elemental, inventaron en el orbe entero, ya que son iguales en todas partes, que el 14 de febrero se celebrara a partir de cursis tarjeticas rosa, dulces, chocolates, regalos, en fin algo que se compre. 

Todo lo que sucede en tan  prosaico marco, sin raíces, sin identidad, mueve más a la burla que al sentimiento genuino de amor o de amistad. El amor y la amistad que justifican el paso por este mundo que nos hemos encargado de deformar, merecen que les demos puesto respetable y digno, alejado de lo cursi y lo mercantil. Si alguien quiere invitarme hoy a algo que me lleve mejor a unas Lupercales, total que a estas alturas del paseo ya tengo patente de corzo.


Clemencia Gómez S.

Arruncharse: colombianismo que retrata la acción de abrigarse en compañía.


sábado, 12 de febrero de 2011

Vivir sin frases de cajón

De la juventud no añoro sino la locura, por lo demás es la época de la vida en que se vive a punta de frases de cajón. Se vive apasionadamente, se ama con locura, se detesta sin razón, se besa siempre como si fuera la primera vez, se batalla con vehemencia por causas de antemano pérdidas, sin compañía no valen ni el amanecer, ni el ocaso y lo peor, la juventud se uniforma…..en nombre de la identidad.

Ya no camino por un sendero serpeteante bordeado de arbustos con flores de mil colores, las mariposas me conmueven en mi estómago y no de flor en flor y el canto de los pájaros no es la overtura del arribo de un príncipe azul, hoy es su ausencia la que me mueve y  me anima a querer enrolarme con Green Peace (la de los pájaros que sobreviven y son reales, no la del mítico príncipe).

Ni remotamente espero, ni  quiero, “que vuelvan las oscuras golondrinas en mi balcón sus nidos a colgar” que aburrido y lánguido, lo que quiero es que el elegido, el seductor y el seducido, sea capaz de caminar conmigo, no en París, ni en Verona, ni en la campiña, ni junto al saltarín riachuelo, sino en las noches largas en que le busco un sentido a la vida a pesar de creer que si bien me va, solo seré el abono de un sauce llorón en Iscalá, la casa solariega de mi infancia.

La vida la definen mejor los seres atormentados, por eso estoy con la generación del 27 o con los poetas malditos y es claro que María de Jorge Isaac o la Dama de Las Camelias del Dumas hijo, me parecen mal intencionada distorsión del auténtico talante femenino. Cuando quiero identificarme con el discurrir de una mujer, me siento a conversar al atardecer con Lou Andreas Salomé que enamoró a Nietzche y a Rilke al tiempo, sin inmutarse, sin apegarse, sin tener hijos y sin sufrir…si señor.

Tengo abierta la maleta y no se si voy al invierno o al verano, al mar o a la montaña, al trópico de cáncer o al de capricornio; mis movimientos los ensayo de translación y no de rotación y hoy, ni yo misma me fío de mis metáforas.

Clemencia Gómez

Sin alardes...sin zalamas



Ya es hora de comenzar la jornada, vuelvo de una noche de plácido sueño en mi zaquizamí, dejo la tibieza de mi almohada, me estiro como un gato, salto, aún salto, y abro mi ventana, me apoyo en el alféizar y veo el calafate en la playa del frente, con su canoa boca abajo, bregándole al día a punta de brea y estopa; le sonrío y lo saludo agitando la mano y recibo de su parte una encantadora zalema. Entonces, me detengo en su rostro de piel aceitunada, en su cara de beduino y alcanzo a distinguir unos ojos moros, a los que dan sombra la cenefa del pañuelo que tiene amarrado en su cabeza, por el que se escapan unos rizos negros.

Viéndolo calafatear su tosca embarcación, percibo que este hombre no es dado a la faranga, no es cualquier moharracho, pues la expresión corporal deja ver unas maneras suaves, delicadas, que recuerdan más bien a un joven derviche en oración.

Calzo mis babuchas de badana y me dispongo a caminar por la playa, para poder  observar un mar color de lapislázuli antes que el sol caliente demasiado y los muchachos con sus farotas y sus cerbatanas formen odiosa algarabía. Al abrir la puerta de mi casita de la playa, un fardacho me asusta, pero es tan ágil, tan verde, tan ligero, que me recuerda que el tiene  mucho mas tiempo que el hombre sobre este planeta y que a lo mejor soy yo la que lo he asustado con mi desproporcionado alarido.

Busco entonces el rostro sarraceno para preguntarle si pesca y si podría al final de la tarde proveerme un poco de pescado, me escucha con atención mientras extiende un raído zofra y me invita a sentarme en el. Me ofrece un vaso de agua cristalina, incolora e inodora, pero no ínsipida, porque sabe a limpio, a puro, a gloria y me cuenta que proviene del aljibe de su casa, que es la de pared anaranjada de largo zaguan. A mí me sabe al elíxir de la vida y produce en mi interior extraña alquimia de sosiego y de paz.

Iniciamos una conversación nada baladí, me cuenta de su vida y de todas las valijas que ha tenido que llenar y desocupar para llegar hasta este rincón del mar; los transeúntes miran extrañados este diálogo inusitado que reanudamos despues de cada saludo, ya que han pasado el alcalde, un par de chafarotes y un grupo de la tercera edad que lenta y sigilosamente se dirige a la dársena.

Me dice que al caer de la tarde no solamente me traerá el pescado, además el lo preparará con sal, cúrcuma y aceite con garam masala, lasaña de berenjenas y puré de alboronía; me marcho entonces para volver a la hora convenida, y lo encuentro rasgando una guitarra y entonando como un zorzal, una meláncolica danza de su tierra.

Sentada en el alhamí, me pongo a pensar que bellas que son las palabras  que en nuestro idioma nos quedaron del mozárabe; que precisas, descriptivas, sonoras; en verdad que le dieron y le dan esplendor.


Clemencia  Gómez